«¿Y sí fracaso en este proyecto? Puedo perder mucho dinero. Abrir un negocio va a ser una pérdida de tiempo. ¿Qué tal que tengo que cerrar el negocio en unos meses? ¿Qué voy a hacer con la mercancía adquirida? ¿Cómo voy a pagar lo que debo? Es muy riesgoso. Aunque no estoy muy a gusto en mi trabajo, por lo menos tengo un ingreso fijo ¿Para qué me molesto?» Estas pueden ser las frases que cruzan por la mente de alguien que está considerando emprender un negocio propio. Lo anterior encuentra su raíz en el miedo, que es una pasión muy poderosa que puede paralizar a las personas al momento de enfrentarse con algo nuevo y desconocido. Todos los seres humanos conocemos el miedo, pero no debemos dejar que tenga la última palabra en las decisiones a tomar.
En el caso de los emprendedores, el miedo es un gran enemigo precisamente porque impide dar los primeros pasos, que son fundamentales cuando se desea iniciar algo, cambiar o crecer. Al miedo a lo desconocido hay que sumarle el terror que produce pensar en perder alguna cifra del dinero que se ahorró con grandes esfuerzos.
La zona de confort
En los últimos años se ha puesto muy de moda el término “zona de confort” para designar un estado en el que las personas operan sin ningún riesgo. Aunque es cierto que esta zona es tranquila y que no acarrea sobresaltos de forma habitual, también hay que decir que permanecer ahí implica el estancamiento. Precisamente el miedo mantiene a las personas en la zona de confort e impide que tengan un verdadero crecimiento.
La realidad es que la famosa zona de confort, a pesar de crear una sensación de seguridad y estabilidad, es un peligro porque puede acarrear verdaderos sentimientos de apatía e, incluso, provocar una depresión. El miedo, al refundir a las personas en esta engañosa zona, impide que los seres humanos exploren nuevos escenarios y situaciones que podrían traducirse en experiencias completamente positivas para el desarrollo de la propia personalidad.
En el caso de quienes están considerando emprender un proyecto de negocios, hay que tener en cuenta que, aunque el fracaso es posible, también lo es el éxito. El gran enemigo a vencer no es tanto el mercado o las circunstancias externas, sino lo que ocurre al interior de la persona. En el mundo de los negocios, como cualquier otra situación en la vida, decidirse a hacer algo es el primer paso para descubrir nuevas cosas.
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