Sin
duda uno de los mayores placeres es el viajar, pues te da la oportunidad de
conocer sitios remotos y distintas culturas de primera mano. Por el resultado
emocional y anímico que los viajes tienen en nosotros, podemos justificar esa
inversión y no evitar pensar en el siguiente viaje. Puede ser que tus ingresos
o ahorros puedan absorber tus gastos dedicados a buscar el horizonte, pero no
estaría mal hacer un recuento del último par de años, o el último par de planes
vacacionales que hayas realizado, para contabilizar el dinero que se gastó.
Cabe mencionar que el fin no es recriminar sobre tus hábitos personales, es
dimensionar las cantidades que pasan por nuestras manos y darnos cuenta de que
pueden llegar a ser montos importantes. Lo que nunca debemos ignorar es la
planificación sin liquidez, utilizando crédito para no dejar pasar una
oportunidad de paseo.
Haciendo
unos cálculos referenciales, de acuerdo con tarifas de años recientes, un viaje
de quince días a tres semanas con hotel a un destino en el extranjero o
nacional, además de los gastos de alimentos, souvenirs, boletos de atracciones
turísticas y shows, podemos estar hablando de un punto de partida de los
cincuenta a sesenta mil pesos en adelante por persona. El dinero podría verse
como bien disfrutado, pero no lo volverás a ver. ¿Por qué no mejor pensar en tu
futuro?
Nuestra
propuesta es pensar primero en los planes de negocios propios que tengas en mente
y hacer los análisis y corridas necesarios para cuantificar lo que se necesita
para arrancar. Al menos por el primer par de años, se deja la propuesta de ser
más crítico y modesto en la planificación de viajes, para darle prioridad al
arranque de los negocios, cuyo fin es que generen ingresos ajenos a los
actuales. Los eventuales resultados de los nuevos negocios nos facilitarán la
formación de presupuestos para viajes.
Puntos
a considerar cuando planificamos viajes:
Disfrutar
de los destinos en la región. Tan solo pensar que puedes conducir unas horas y
llegar a destinos interesantes para vacacionar, puedes con facilidad trabajar
con un presupuesto más pequeño. Claro está, tomando en cuenta el
costo-beneficio de cada elección; mientras más lujo y conveniencia, más caro.
Considerar
las razones del viaje. Como lo mencionado, el resultado principal de un viaje
es la alegría producida por el mismo. Debemos de valorar en la balanza si no
hay otro pendiente o actividad que te produciría más alegría ver que se logre.
Al final de todo, buscamos ser felices. Hay que recordar que resolver nuestros
problemas y pendientes también es gratificante.
Resolver
deudas primero. La tentación de gastar lo que no tienes, gracias a lo fácil que
puedes acceder a financiamientos y tarjetas de crédito, termina por cavar un
pozo difícil de llenar. A través de intereses por gastos acumulados en el
saldo, puedes estar pagando dos, tres o más veces por el producto gozado—en
este caso, las reservaciones de avión y hotel. Este eventual déficit hará que
no tengas la liquidez necesaria. Así que termina con tus deudas tan pronto como
sea posible. Después de pagar, ya podemos considerar hacer gastos nuevos,
idealmente en condiciones manejables.
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