Un rompimiento
laboral puede ser tan triste, frustrante y desmotivante como lo son las
rupturas amorosas o familiares. Se trata de una difícil experiencia, sobre todo
cuando deriva de un despido, y no de una separación voluntaria por parte del
trabajador.
La situación se
agrava cuando el afectado o afectada tienen una trayectoria larga en su centro
de trabajo, pues además de no conocer otro ambiente profesional, no contar con
experiencias ni capacitaciones distintas a ese ámbito, en la mayoría de los
casos han entregado a la empresa los mejores años de su vida, por lo que su
edad actual no les favorece para ser reclutados para otros puestos en nuevos
lugares.
Lamentablemente,
situaciones como la descrita suelen ser comunes entre quienes son considerados
por los empleadores como trabajadores obsoletos, a quienes buscan remplazar con
gente más joven, a quienes no están obligados a ofrecerles un esquema completo
de prestaciones, por ejemplo. Por todo esto, después de los 50 años de edad, el
despido y eventual remplazo por alguien con menos experiencia, pero también con
menos edad, se vuelve latente entre los trabajadores, sin importar el rubro en
el que se desempeñen.
La separación
involuntaria del empleo se traduce en la pérdida de seguridad económica, para
el despedido y para quienes dependen directamente de el. Esto llena de angustia
y miedo a la familia completa, afectando su desarrollo personal y en muchas
ocasiones, limitando sus oportunidades de educación, salud y esparcimiento.
Como vemos, el
mercado laboral actualmente no otorga garantías para nadie. Es por eso que, lo
mejor es estar preparados con un plan de contingencia que nos saque a flote
cuando se presentan situaciones imprevistas, como la pérdida del empleo. En
otras palabras, nos referimos a un “colchón” económico, que puede estar
constituido por ahorros, pero también, por ingresos extras.
Lo ideal es contar
con varias fuentes de ingresos para que, si una se agota, podamos echar mano de
otras, a manera de “plan B”, mientras estabilizamos nuestra situación
financiera. Para algunas personas multiplicar sus fuentes de ingresos es
sinónimo de doblar turnos o tener más de un trabajo. Otras personas echan mano
de sus habilidades estratégicas, y ponen a circular su capital para
multiplicarlo sin descuidar sus actividades habituales, generando lo que se
conoce como ingresos pasivos.
Aunque suena imponente, invertir capital no es
cuestión de cantidad, sino de calidad estratégica. Tus ahorros de toda la vida,
que mantienes en el banco o debajo del colchón, “a la antigüita”, pueden
convertirse en el salvavidas que te sacará a flote el día de mañana.
Uno de los más famosos y redituables modelos de
ingresos pasivos, son las máquinas vending. Incluso pues emprender en esta
faceta sin necesidad de abandonar tu empleo actual, y prepararte para el
momento de un (hasta ahora virtual) despido. Parece difícil, pero ¡No lo es! Explora nuevas
oportunidades. Invierte en tu máquina expendedora y empieza a ganar presencia
en el mercado. El secreto de tu éxito es la elección de buenos productos, y la
identificación del lugar ideal para venderlos. No es necesario que visites tu
máquina a diario, y su mantenimiento es sencillo y de bajo costo. Una máquina
vending es el negocio ideal pues, tu dinero trabajará solo, haciendo que te
preocupes únicamente de recoger las ganancias. ¡Piénsalo, pon a circular tu
dinero y dale garantía de bienestar a tu familia!
Nadie nace sabiendo. Afortunadamente, para iniciar tu negocio de expendedoras, cuentas con Grupo Biz. Permítenos ayudarte a ser un exitoso emprendedor, y desarrollar tu negocio de máquinas vending de la mejor manera. Acércate a nosotros y empieza a planear tu proyecto, estaremos contigo de principio a fin. ¡Contáctanos!
gracias por la información
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